Ingredientes
250 Gramos de azúcar
250 Gramos Mantequilla
Chocolate negro para derretir
2 huevos
1 caja de galletas rectangulares
Leche
Molde cuadrado o rectangular
Preparación
Lo primero que se debe tener en cuenta es que para hacer esta tarta debemos sacar la mantequilla del refrigerador, como mínimo, 12 horas antes de hacerla; dependerá un poco de la temperatura ambiente pero debemos conseguir la textura suave.
Empezamos poniendo a hervir un poco de leche en una olla, que cubra el fondo un par de dedos. Cuando rompa a hervir echamos el chocolate troceado, apagamos el fuego y tapamos el cazo.
Dejamos que repose unos 5 minutos. Volvemos a poner la olla en la cocina a fuego lento y revolvemos con una cuchara de madera hasta que el chocolate se derrita completamente. Debe quedar tirando a espeso.
A continuación, mezclamos la mantequilla con el azúcar. Batimos muy bien hasta que los dos ingredientes formen una masa homogénea.
Separamos, una a una, las claras de las yemas de los huevos, añadimos las yemas a la mezcla de la mantequilla y el azúcar y volvemos a batir.
Reservamos las claras en la nevera hasta el momento de montarlas.
Cuando el chocolate esté templado, lo añadimos a la mezcla de las yemas, la mantequilla y el azúcar y mezclamos bien.
Montamos las claras a punto de nieve con ayuda de una varilla un una batidora.
Incorporamos las claras montadas al resto de la mezcla con mucho cuidado para que no pierdan el aire con movimientos circulares de abajo a arriba.
Engrasamos el molde de la tarta con un poco de mantequilla.
Empezamos a montar la tarta poniendo una primera capa de mousse de chocolate.
La segunda capa será de galletas que, previamente, habremos mojado un poco en leche.
Continuamos haciendo capas, alternando mousse y galletas, teniendo en cuenta que la última capa debe ser siempre de galletas.
Tapamos el molde con papel de aluminio y metemos la tarta en el refrigerador hasta el día siguiente.
Cuando queramos desmoldarla, lo primero será pasar un cuchillo por los bordes y, si está muy fría, podemos darle un toque de calor con uno en la cocina, eso sí, sin pegarla del todo al fuego.
Cogemos una fuente y le damos la vuelta a la tarta.
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